La música parece tener un pasado extenso, tanto o más que el lenguaje
verbal. Prueba de ello son los hallazgos arqueológicos de flautas
construidas con hueso de ave, cuya antigüedad se estima de 6.000 a 8.000
años, o más aun de otros instrumentos que podrían preceder al
homo sapiens.
Existen diversas teorías sobre esta coexistencia íntima con la música
en la evolución. Algunas de estas se dieron porque al estudiar la
respuesta del cerebro a la música, las áreas claves que se ven
involucradas son las del control y la ejecución de movimientos. Una de
las hipótesis postula que esta es la razón por la que se desarrolló la
música: para ayudarnos a todos a movernos juntos. Y la razón por la que
esto tendría un beneficio evolutivo es que cuando la gente se mueve al
unísono tiende a actuar de forma más altruista y estar más unida.
Algunos científicos, a su vez, sugieren que la influencia de la música
sobre nosotros puede haber surgido de un hecho fortuito, por la
capacidad de esta para
secuestrar sistemas cerebrales construidos para otros fines, tales como el lenguaje, la emoción y el movimiento.
Escuchamos música desde la cuna o, incluso, en el período de
gestación. Los bebés, en los primeros meses de vida, tienen la capacidad
de responder a melodías antes que a una comunicación verbal de sus
padres. Los sonidos musicales suaves los relajan. Se sabe, por ejemplo,
que niños prematuros que no pueden dormir son beneficiados por los
latidos de la madre o sonidos que los imitan.
La música está considerada entre los elementos que causan más placer
en la vida. Libera dopamina en el cerebro como también lo hacen la
comida, el sexo y las drogas. Todos ellos son estímulos que dependen de
un circuito cerebral subcortical en el sistema límbico, es decir, aquel
sistema formado por estructuras cerebrales que gestionan respuestas
fisiológicas ante estímulos emocionales; particularmente, el núcleo
caudado y el núcleo accumbens y sus conexiones con el área pre-frontal.
Los estudios que muestran activación ante los estímulos mencionados
revelan un importante solapamiento entre las áreas, lo que sugiere que
todos activan un sistema en común.
Las áreas claves que se ven involucradas son las del control y la
ejecución de movimientos. Una de las hipótesis postula que esta es la
razón por la que se desarrolló la música: para ayudarnos a todos a
movernos juntos"
Uno de los fundadores del laboratorio de investigación
Brain, Music and Sound [cerebro,
música y sonido], en Canadá, el científico Robert Zatorre describe así
los mecanismos neuronales de percepción musical: una vez que los sonidos
impactan en el oído, se transmiten al tronco cerebral y de ahí a la
corteza auditiva primaria; estos impulsos viajan a redes distribuidas
del cerebro importantes para la percepción musical, pero también para el
almacenamiento de la música ya escuchada; la respuesta cerebral a los
sonidos está condicionada por lo que se ha escuchado anteriormente, dado
que el cerebro tiene una base de datos almacenada y proporcionada por
todas las melodías conocidas.
Estas memorias fueron la base para una
original investigación, liderada por Agustín Ibáñez y Lucía Amoruso
,
que realizó el Instituto de Neurociencias Cognitivas (INECO) sobre
mecanismos cerebrales que permiten anticipar acciones. Nuestro cerebro
constantemente trata de anticipar qué va a suceder. Para analizar esto,
les mostraron a expertos bailarines de tango vídeos en los que, según el
nivel de experiencia, pudieran prever (o no) cuándo otros bailarines
cometerían un error. Mientras ellos observaban, se registró la
activación de ciertas regiones del cerebro con electroencefalograma de
alta densidad.
Esta investigación reveló que solo en los expertos, 400
milisegundos antes de que se iniciara la secuencia, la actividad
cerebral ya anticipaba que iba a ocurrir un error. Existen circuitos en
la corteza cerebral involucrados en la percepción, codificación,
almacenamiento y en la construcción de los esquemas abstractos que
representan las regularidades extraídas de nuestras experiencias
musicales previas. La construcción de expectativas y su posible
violación es clave para una respuesta emocional.
Las personas cantan y bailan juntas en todas las culturas. Sabemos
que lo hacemos hoy y lo seguiremos haciendo en el futuro. Podemos
imaginar que lo hacían también nuestros ancestros, alrededor del fuego,
hace miles de años"
La relación de la música con el lenguaje también es objeto de
estudio. El procesamiento del lenguaje es una función más ligada al lado
izquierdo del cerebro que al lado derecho en personas diestras, aunque
las funciones desempeñadas por los dos lados del cerebro en el
procesamiento de diferentes aspectos del lenguaje aún no están claros.
La música también es procesada por los hemisferios derecho e izquierdo.
Evidencia reciente sugiere un procesamiento compartido entre el lenguaje
y la música a nivel conceptual. Pero la música parece ofrecer un nuevo
método de comunicación arraigada en emociones en lugar del significado
tal como lo entiende el signo lingüístico. Investigaciones muestran que
lo que sentimos cuando escuchamos una pieza musical es muy similar a lo
que el resto de la gente en el mismo lugar está experimentando. Por eso
las melodías, en muchos de los casos, pueden trabajar en nuestro
beneficio a nivel individual, al modular el estado de ánimo e incluso la
fisiología humana, de manera más eficaz que las palabras. La activación
simultánea de diversos circuitos cerebrales producida por la música
parece generar algunos efectos notables: en lugar de facilitar un
diálogo en gran medida semántico, como hace el lenguaje, la melodía
parece mediar un diálogo más emocional.
El área de la salud se vale de la música con el fin de mejorar,
mantener o intentar recuperar el funcionamiento cognitivo, físico,
emocional y social, y ayudar a lentificar el avance de distintas
condiciones médicas. La musicoterapia, a través de la utilización
clínica de la música, busca activar procesos fisiológicos y emocionales
que permiten estimular funciones disminuidas o deterioradas y realzar
tratamientos convencionales. Se han observado importantes resultados en
pacientes con trastornos del movimiento, dificultad en el habla producto
de un accidente cerebrovascular, demencias, trastornos neurológicos y
en niños con capacidades especiales, entre otros.
Los bebés, en los primeros meses de vida, tienen la capacidad de
responder a melodías antes que a una comunicación verbal de sus padres"
La música puede ser una herramienta poderosa en el tratamiento de
trastornos cerebrales y lesiones adquiridas ayudando a los pacientes a
recuperar habilidades lingüísticas y motrices, ya que activa a casi
todas las regiones del cerebro. Estudios de neuroimagen muestran que
tanto al escuchar como al hacer música se estimulan conexiones en una
amplia franja de regiones cerebrales normalmente involucradas en la
emoción, la recompensa, la cognición, la sensación y el movimiento. Las
nuevas terapias basadas en la música pueden favorecer la
neuroplasticidad -nuevas conexiones y circuitos- que compensan en parte
las deficiencias en las regiones dañadas del cerebro. La música es
física y anima a la gente a moverse con el ritmo. Cuanto más destacado
es el ritmo, más radical y contundente el movimiento del cuerpo. El
ejercicio físico puede ayudar a mejorar la circulación, a proteger el
cerebro y facilitar la función motora. La música induce estados
emocionales al facilitar cambios en la distribución de sustancias
químicas que puede inducir estados de ánimo positivos y aumento de la
excitación, lo que a su vez puede ayudar a la rehabilitación.
La música parece ofrecer un nuevo método de comunicación arraigada en
emociones en lugar del significado tal como lo entiende el signo
lingüístico"
Emoción, expresión, habilidades sociales, teoría de la mente,
habilidades lingüísticas y matemáticas, habilidades visoespaciales y
motoras, atención, memoria, funciones ejecutivas, toma de decisiones,
autonomía, creatividad, flexibilidad emocional y cognitiva, todo
confluye en forma simultánea en la experiencia musical compartida. Las
personas cantan y bailan juntas en todas las culturas. Sabemos que lo
hacemos hoy y lo seguiremos haciendo en el futuro. Podemos imaginar que
lo hacían también nuestros ancestros, alrededor del fuego, hace miles de
años. Somos lo que somos con la música y por la música, ni más ni
menos.
Facundo Manes es neurólogo y
neurocientífico (PhD in Sciences, Cambridge University). Es presidente
de la World Federation of Neurology Research Group on Aphasia, Dementia
and Cognitive Disorders y Profesor de Neurología y Neurociencias
Cognitivas en la Universidad Favaloro (Argentina), University of
California, San Francisco, University of South Carolina (USA), Macquarie
University (Australia). @manesf
Fuente: El país.